He llegado a Sudamérica con poco convencimiento de porque había cogido un avión durante tantas horas para montarme a un caballo, teniendo en mi país paseos similares. Mis dudas se evacuaron al cabo de 4 horas al ver que vuestra cordillera es interminable, impagable y difícil de describir con un texto. Parece que uno nunca va a llegar al fin de la montaña y hombre, verdad que no se llega nunca!!!
Me he sentido muy a gusto con los chavales de la pesca y nunca me ha faltado una bebida en mi mano. Os felicito por su recorrido y sin dudas volveré en unos años.